Hoy me toco ir a la DGI para hacer unos trámites de mi hermano Ismael. A 9:30 estaba en la puerta. En informes pregunto dónde tengo que ir para buscar el material que precisaba, y el señor me señala con el dedo: averigua en esa cola, la que está al lado de la bandera de Artigas. Voy a la cola. Y como me lo veía venir, cuando llega mi turno el señor que está detrás del mostrador se va. Volvió a los 10 minutos. Me dio mi número, el 580, y me fui para esperar mi turno sentada. La pantalla con los números indicaba que estaban atendiendo el 510, sólo tenía que esperar que atendieran a 70 personas más. Después de esperar una hora, la pantalla indica el 579, me toca a mí. Pero, la chica que tenía que atenderme saca el café y las galletas. Me atiende quince minutos después. Me levanto, le pido las cosas que preciso. Dos minutos después fui al piso cinco a buscar el resto de las cosas que Ismael había pedido. En el quinto piso me fue re bien. La chica que me atendió era de lo más simpática, en diez minutos resolvió todos los problemas.
Bueno ahora me falta tomar un taxi y llevarle las cosas a mi hermano al trabajo. Llego y le doy los papeles. Le pido la plata para el ómnibus que tenía que tomarme para poder ir al trabajo. Tomé el 192 con destino a Manga. A tres paradas de mi parada, la nena que estaba sentada frente a mí se pone a vomitar, me mancha las botas, casi me muero. Tenía que ir a trabajar. Pero la cosa no se acaba acá, al papá de le nena se le ocurre que la mejor manera de limpiar el enchastre de su hija es tirar el agua hirviendo (que llevaba en el termo) sobre mis zapatos. Lo que logro fue: desparramar el vomito y provocar una nube de vapor, con un olor muy desagradable, que inundó todo el ómnibus. Bajé y fui hasta la UM, pedí un trapo y limpié las botas. De la UM derecho al colegio para repartir a los nenes a sus casas.
Tuve una espera de una hora y media para un trámite de doce minutos y encima casi me tengo que ir a trabajar con los pies vomitados.
Bueno ahora me falta tomar un taxi y llevarle las cosas a mi hermano al trabajo. Llego y le doy los papeles. Le pido la plata para el ómnibus que tenía que tomarme para poder ir al trabajo. Tomé el 192 con destino a Manga. A tres paradas de mi parada, la nena que estaba sentada frente a mí se pone a vomitar, me mancha las botas, casi me muero. Tenía que ir a trabajar. Pero la cosa no se acaba acá, al papá de le nena se le ocurre que la mejor manera de limpiar el enchastre de su hija es tirar el agua hirviendo (que llevaba en el termo) sobre mis zapatos. Lo que logro fue: desparramar el vomito y provocar una nube de vapor, con un olor muy desagradable, que inundó todo el ómnibus. Bajé y fui hasta la UM, pedí un trapo y limpié las botas. De la UM derecho al colegio para repartir a los nenes a sus casas.
Tuve una espera de una hora y media para un trámite de doce minutos y encima casi me tengo que ir a trabajar con los pies vomitados.
4 comentarios:
Tirá esos zapatoooooossssss!!!
Salú!
Buenísimo, enana.
Primero. Sobre la DGI, debo decir que sos parecida a mí. Mi madre siempre me dice que soy muy mansa, que me pasan por encima. Ella, que vive de pelear con la gente, en ocaciones como esa ha llegado a fingir que le baja la presión, desmallarse o directamente, si no le hacen caso, dejarse conocer.
Segundo. El elegir junto a quién sentarse en el bus no es cosa simple. Hay algunas reglas básicas: NO BEBÉS, PERSONAS QUE SE COMEN LAS UÑAS o PÁLIDAS EN DÍAS DE CALOR.
Publifreak, me encantaría tirar las botitas pero no puedo, son de mi hermana y además, me gustan mucho.
Arkadia, el problema fue que la nena se subió después. Gracias, ahora entiendo porque hay personas que no se sientan a mi lado en el ómnibus, es que me como las uñas.
Besos.
¡Por Dios! El momento del vómito es de los más asquerosos que he leído en mi vida.
Esto comienza a parecer un blog y todo...
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